martes, 28 de abril de 2015

DESARROLLO o PROGRESO SOCIAL, la clave es la productividad.

Del articulo, Productividad, la clave social para el progreso social. De Ricardo Arriazu – Clarin 26 de abril de 2015.

http://www.clarin.com/opinion/Tasa_de_inversion-PBI-Argentina_y_Brasil-ahorro-productividad_global_0_1346265444.html

 La mayoría de los seres humanos tiende a preferir el consumo inmediato frente a promesas de consumo futuro y, para lograrlo, realiza acciones que pueden, en ocasiones, afectar negativamente su futuro”.

Esta parte del articulo me parece la esencia de nuestro problema sobre la baja productividad, y por el cual transcribo mi pensamiento desde lo local, que realice como guía para ser aplicada desde el gobierno municipal.

 

El hecho de que las microempresas y Pymes son el 99% de las empresas y emplean el 84% de los empleos (datos Observatorio Mipyme 2003), indudablemente revelan la importancia de estas empresas en la economía del país. Sin embargo estas empresas producen un valor agregado, por persona ocupada, que está por abajo de 65, mientras que el de las grandes empresas es de 115. Además su costo laboral medido respecto al valor agregado es del 63%, más alto que el de las grandes empresas que están en el orden del 49% (Observatorio Pymes europeas 2002), lo cual muestra la fragilidad de las Pymes ante las crecientes exigencias competitivas con respecto a las grandes empresas.

Estas desigualdades se ven magnificadas ante la vertiginosa evolución tecnológica en la que estamos inmersos desde hace unos años, ya que a las MiPymes (Micro, Pequeña y Mediana Empresa), les cuesta mucho, o no pueden, acceder al desarrollo tecnológico; sobre todo considerando la globalización que provoca un aún mayor dinamismo técnico y donde la obsolescencia hace difícil la amortización de los activos físicos. En contraposición, las grandes empresas tienen mayor capacidad de desarrollo.

Por los motivos que antes describí sobre la importancia de las Microempresas y Pymes para la economía y el empleo, es imperioso generar una actitud proactiva, de parte de organizaciones privadas y públicas en los correspondientes territorios, para que se planteen mayores exigencias de competitividad.

Este profundo proceso de cambio social, institucional y cultural, hacia nuevas formas de producción más eficientes; donde la introducción de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, posibiliten la vinculación entre los distintos procesos productivos (tanto internos como externos), en tiempo real. En este proceso, la calidad debería ser el eje de diferenciación, como una estrategia de competitividad dinámica.

Para mejorar la gestión empresarial y organizativa, deben llevarse a cabo tanto desde el sector privado como el público, un proceso de cooperación para el fomento del desarrollo económico y el empleo. El sector privado debe realizar un cambio estructural para el fomento de la asociatividad y cooperación empresarial (con las resistencias lógicas que en algunos casos, ya que son competidores), para contrarrestar la fragilidad, ante las crecientes exigencias competitivas. En este sentido es imprescindible desarrollar una estrategia orientada a la especialización y complementariedad (según la opinión de Bianchi en 1996 “las pequeñas empresas pueden ser competitivas”).

A través de los cambios que provoquen MiPymes más competitivas y con mayor nivel de tecnología, alineadas con las necesidades del territorio en el que están insertadas, se podrá comenzar el camino de desarrollo, tan necesario en toda sociedad, considerando que es un proceso que deberá activarse y canalizarse a través de todas las fuerzas sociales.

La revolución tecnológica y el crecimiento de la demanda mundial genera oportunidades y posibilidades para todos los sectores y los dirigentes tienen la obligación de aprovecharlos para el desarrollo de sus territorios.

Autor: Victor Freire.

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