sábado, 24 de marzo de 2012

24 de marzo de 1976, cuando la ideología es impuesta por la fuerza aplicando el terrorismo de Estado

Hace mas de treinta años en Argentina instalaron la idea de que el crecimiento económico era el instrumento para alcanzar la prosperidad colectiva y así achicar las desigualdades. Ya al poco tiempo se vio que el crecimiento económico no achicaba las desigualdades sino por el contrario tendían a crecer juntos. (Joseph E. Stiglitz premio Nobel de Economía 2001) .

Las empresas más grandes y concentradas de Argentina (AEA), defensoras del libre comercio, en contra de cualquier intervención de Estado dirigida a redistribuir el ingreso y promover el desarrollo (lineamentos del Consenso de Washington), han y siguen utilizando, entre otros, los “centros de investigación”, “convencimiento de políticos”, “fundaciones” y los “medios masivos de comunicación” para implementar las políticas que resultan de su interés.

Este es el claro el proceder, de cómo impusieron la teoría del derrame. En realidad es la teoría del goteo (trickle down effect), pero al reemplazar “goteo por derrame” se daba a entender que la prosperidad llegaría prontamente a toda la sociedad de la mano del crecimiento económico. Con esta manipulación ideológica, donde se imponía la disminución del gasto público (Kenneth J. Arrow ganador del premio Nobel de economía 1972 sostiene que ningún mercado está en condiciones de garantizar la justicia distributiva), se mantenía una baja de salarios (con segmentaciones y fragmentaciones, poniendo freno a los sindicatos), se desregulaban los mercados internos ( quebrando las economías regionales), se recortaban fuertemente los impuestos que tendrían que pagar los ricos, se aumentaba la inseguridad; se dio lugar a los golpes de la políticas neoliberales en contra del Estado del Bienestar, creando efectos desbastadores, por falta de equidad social, que se convirtió en un duro signo de la época que vivimos.

Hoy, si bien hay una importante mejora en la redistribución en estos últimos años, en base a la recuperación económica y particularmente con la implementación del Asignación “Universal” por Hijo (mejora plasmado por el coeficiente de Gini, que es el método utilizado para medir la desigualdad), aún estamos lejos de la mejor época de distribución del ingreso que fue en el año 1974 (justamente 2 años antes del golpe militar).

Si bien el coeficiente de Gini indica mejorías, hay mediciones y situaciones que indican que estamos muy lejos de lograr relativos estándares de bienestar y de equidad social; muy difíciles de lograr considerando que las fuentes de recurso del Estado fueron acotadas, al desprenderse de recursos naturales estratégicos como la minería y el petróleo y perder las ganancias de las empresas del Estado (ya que las privatizo o, lo que es peor, las mal concesionó, como en el claro ejemplo del sistema ferroviario).

Por lo cual los recursos que le quedan a nuestro país son: el endeudamiento (no conveniente) y el sistema impositivo.

Justamente al ser nuestro sistema impositivo complejo y regresivo, éste termina generando mayor inequidad, por lo que es necesaria una reforma impositiva, quizás gradual, haciéndola más simple y progresiva.

Y para entender la distribución de la carga tributaria, es válido este ejemplo:

Teniendo en cuenta el promedio de la presión tributaria que fue del 32 % en el año 2009 (lo que no indica que todos reciben la misma carga); se observa que el 20% de la población con mayores ingresos, concentra el 57% de todos los recursos percibido en nuestro país y aporta sólo un 5 % más que el promedio; mientras que el quintil (20%) de la población con menores ingresos ,que apenas recibe el 3,1% de los ingresos totales, sorprendentemente aporta un 12 % más que el promedio.

Como vemos se produce una doble inequidad hacia la población con menores recursos.

Para lograr una mayor equidad, sería necesario implementar el impuesto a la herencia, el impuesto a las ganancias para los jueces y gravar las rentas financieras y mineras (que desde 1976 fueron desgravadas y no restablecidas hasta la fecha). Estos mayores ingresos aportarían a un sistema tributario más justo.

Es imperioso derogar la ley 21.382, de inversiones extranjeras de Martínez de Hoz (agosto de 1976); quien allanó el camino al galopante proceso de extranjerización de nuestra economía a través de las privatizaciones y venta de empresas nacionales. Después de 36 años y distintos gobiernos esta ley sigue vigente.

Para terminar transcribo un párrafo del libro EL CONTRATO SOCIAL (Rousseau) “En lo que hace a la igualdad, esta palabra no debe ser interpretada como significativo que todos los grados de poder y de riqueza tienen que ser los mismos sino más bien que, respecto al poder, éste debe ser incapaz de toda violencia salvo aquella que ejerza en virtud del estatus y de las leyes, y, respecto a la riqueza ningún ciudadano debe ser tan opulento como para poder comprar a otro y ninguno ser tan pobre como para verse obligado a venderse”.

Gracias e quienes escribieron estos libros que me permitieron entender más sobre nuestra realidad.

  • Hirschman, A.O (Las pasiones y los intereses: argumentos políticos a favor del capitalismo previos a su triunfo).
  • Holmesm S, y Sunstein. Por que la libertad depende de los impuestos.
  • Polanyi, K. El sistema económico como proceso institucionalizado.
  • Roig, A. La dirección general impositiva de la AFIP en la Argentina.
  • Nun, J. La desigualdad y los impuestos.

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