Qué ocurre cuando un individuo o colectivo es mentido, confundido y se equivoca en el preciso momento en que está grabando los hechos o ideas en su memoria?
Seguramente, un tiempo después recomience una búsqueda de la verdad.
Entonces, su memoria, que estuvo tergiversada por invasión, se encuentra ante la realidad de reconsiderarlo todo.
Un caso: La violencia social y sexual contra las mujeres.
Según testimonios que surgen de los testimonios judiciales en Argentina, son muchas las mujeres violadas en cautiverio.
Tiene dos momentos: Aquél primero inicial en que se ejecuta el atropello, en donde la víctima está confundida y no entiende la totalidad del acto, su autoculpabilización o el concepto ideológico de que la violación es una vergüenza.
Ese es el momento en que está grabando en su memoria.
El segundo y posterior momento, que después de mucho andar, toma conciencia que lo grabado en su mente tiene que ser reinterpretado. Aquél primer recuerdo tiene que ser revisado porque es sospechado de equivocado.
Surge de los archivos de los primeros juicios llevados a cabo en democracia, que al comienzo, las detenidas no querían contar las vejaciones sufridas a manos de sus captores. Con el transcurso del tiempo recién pudieron comenzar a hablar y se atrevieron poco a poco a asumir la acusación abierta contra las aberraciones sexuales cometidas contra ellas.
Al recuperar su subjetividad, que había sido bloqueada por los torturadores-violadores, iniciaron una primera etapa de resistencia, donde se dieron tiempo para racionalizar todo su conflicto y el pasado al que fueron sometidas.
Allí aparece una Memoria Crítica, al calor de una recuperación de su propia identidad de género.........
Luego, hay una resignificación del pasado que les da fuerzas para constituirse en Sujeto de Derecho.
O sea, el acto de represión funda algo nuevo y paralizante en la Memoria. Pero, la resignificación crítica de ese sello memorizado, vuelve a relanzar a la víctima, esta vez, a un nuevo plano de acción acusatorio con nuevos detalles y nuevos ímpetus.
Antes, las violaciones de mujeres detenidas durante la última dictadura militar no eran admitidas por la legislación vigente como delitos específicos, y por lo tanto, no fueron investigadas. De modo que quedaban mutilados esos testimonios y aislados de las emociones. Aún hoy, existen jueces que secundarizan las violaciones y las unifican como delitos añadidos a la represión, cuando en realidad deben ser juzgados como delitos propios de alta gravedad, en cuanto corrompen los Derechos Humanos de Lesa Humanidad. Pero actualmente el debate en el cuerpo judicial no ha terminado y ofrece día a día enormes progresos en la legislación penal.
En los últimos diez años, cuando se retoman los juicios por Derechos Humanos, ya se habían producido cambios progresistas en la legislación internacional y por lo tanto el factor Memoria Profunda a largo plazo era reconsiderado colectivamente y, como resultado, en nuestro País fue tomando fuerza una nueva calidad de testimonios. Esta es la prueba de la existencia de una Memoria Histórica Mundial que termina influyendo y alentando a los sometidos a recobrar su propia memoria.
Como resultado de la democracia y de la autoestima las mujeres comienzan a detallar sus militancias previas a las detenciones y se atreven a confrontar con los acusados. Es decir comienzan a aparecer en sus memorias algunas formas de resistencia durante su detención. Comienzan a componerse como sujeto querellante.
El gran respeto de los nuevos jueces por sus silencios reforzaron su lucha por hablar. Utilizar la palabra como parte de la Memoria.
De este modo las experiencias traumáticas van apareciendo junto a una Memoria cualitativamente distinta a la anterior.
Memorizan que en su pasado, la renuencia que han tenido a hablar de cómo y porqué habían sido sometidas, es porque pensaban que esa confesión atentaba contra su integridad sexual. En las primeras declaraciones ante los tribunales de la democracia, cuando expresaban que habían sido violadas lo planteaban simplemente como agregado a la tortura que recibían: “… y además, me violaron”. Esto hacía que las violaciones quedaran fuera del centro de la acusación en los juicios.
Los envejecidos argumentos de que "las violaciones a las detenidas son parte intrínseca de las torturas y no deben juzgarse aparte", en realidad invisibilizan y/o ocultan las prácticas de castigo a las mujeres. De aquél modo, esas retrógradas sentencias también pueden producir un quiebre en la calidad de la Memoria femenina afectada. Además de acompañar los argumentos de los dictadores que sostienen que no son delitos de Lesa Humanidad y que las violaciones no fueron práctica sistemáticas y generalizadas comprendidas en el gobierno de “reconstrucción nacional”.
La ex detenida, hoy escritora, Claudia Bacci, dice que las violaciones eran el castigo a las mujeres por no haber respetado su papel en funciones secundarias en esta ilusoria sociedad patriarcal.
Juan Disante
13/10/12
Florida, Argentina
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